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PSICOANÁLISIS ACTUAL:
PRODUCCIÓN SINGULAR DE UNA
FORMACIÓN EN COLECTIVO
CURRENT PSYCHOANALYSIS: SINGULAR
PRODUCTION OF A COLLECTIVE TRAINING
PSICANÁLISE ATUAL: PRODUÇÃO
SINGULAR DE UMA FORMAÇÃO COLETIVA
Recibido: 15/3/2022
Aceptado: 7/4/2022
Soledad Acevedo
Estudiante de la Especialización en
Psicoterapia Psicoanalítica del IUPA
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico:
s.acevedobarcia@gmail.com
ORCID: 0000-0003-2227-8508
Nicolás Castelnoble
Estudiante de la Especialización en
Psicoterapia Psicoanalítica del IUPA
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico:
castelnoblenicolas@gmail.com
ORCID: 0000-0002-3097-8806
Nicolás Ammazzalorso
Estudiante de la Especialización en
Psicoterapia Psicoanalítica del IUPA
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico:
nammazzalorso@gmail.com
ORCID: 0000-0002-9238-9548
Estefanía Pagano Artigas
Estudiante de la Especialización en
Psicoterapia Psicoanalítica del IUPA
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico:
estefania.pagano@gmail.com
ORCID: 0000-0001-8814-1577
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 3
(1), enero-mayo 2022, pp. 51-64.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/e3.1.4
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
ACEVEDO, S., AMMAZZALORSO, N., CASTELNOBLE, N. y PAGANO ARTIGAS, E. (2022).
Psicoanálisis actual: producción singular de una formación en colectivo.
Equinoccio.
Revista de psicoterapia psicoanalítica, 3
(1), 51-64. DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/e3.1.4
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Vol. , N.o 1
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Resumen
En este trabajo se realiza un recorrido que parte de las particularidades de la for-
mación dentro del Instituto Universitario de Posgrados de la Asociación Uruguaya de
Psicoterapia Psicoanalítica, de la construcción de la clínica basada en una ética de
trabajo periódica y rigurosa y de la perspectiva de la transmisión psicoanalítica como
producción singular en lo colectivo. Luego, se brinda un acercamiento a las tensiones
existentes dentro del psicoanálisis y se cuestiona si es posible pensarlo como un todo
teórico concordante. Por último, se plantea la interrogante sobre el porvenir del psi-
coanálisis en el contexto actual y las posibilidades de habilitación a la alteridad como
condición para la producción deseante singular.
Palabras clave: psicoanálisis, formación singular, formación en colectivo.
Abstract
This paper takes a tour around the training particularities within the Postgraduate
University Institute of the Uruguayan Association of Psychoanalytic Psychotherapy,
starting from the construction of the clinic based on a periodic and rigorous work
ethic and the perspective of the psychoanalytic transmission as singular production
in the collective. Then, it explores the existing tensions within psychoanalysis and it
questions whether it is possible to think of psychoanalysis as a concordant theoretical
whole. Finally, it questions the future of psychoanalysis in the current context and the
possibilities of enabling alterity as a condition for the singular desiring production.
Keywords: psychoanalysis, singular training, collective training.
Resumo
Neste trabalho faremos um percurso a partir das particularidades da formação
dentro do Instituto Universitário de Pós-graduações da Associação Uruguaia de
Psicoterapia Psicanalítica, da construção da clínica com base em uma ética de trabalho
periódica e rigorosa e da perspectiva da transmissão psicanalítica como produção
singular no coletivo. Depois disso, fornecemos uma aproximação às tensões existentes
dentro da psicanálise e questionamos se é possível pensar em um teórico completo
concordante. Finalmente, colocamos a questão sobre o futuro da psicanálise no contexto
atual e as possibilidades de habilitar a alteridade como condição para a produção
almejante singular.
Palavras-chave: psicanálise, formação singular, formação coletiva.
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INTRODUCCIÓN
En el presente texto reflexionamos acerca de la práctica psicoanalí-
tica actual. Quienes escribimos somos estudiantes de la Especialización
en Psicoterapia Psicoanalítica que brinda el Instituto Universitario de
Postgrado (iupa) de la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica
(audepp), generación 2021.
Es de particular interés para nosotros escribir desde y entre las ten-
siones de teorías y prácticas psicoanalíticas con el plus de realizarlo du-
rante el tránsito por el iupa. Procuramos interiorizar lo aprendido, inte-
grando las experiencias propias con el deseo de plasmar por escrito un
lenguaje que cada vez suena menos ajeno: el pensamiento psicoanalítico.
En este momento para nosotros, escribir es animarnos a salir de los már-
genes curriculares del iupa para cuestionar (y aprender de) la transmisión
institucional.
El texto se divide en dos apartados, que abordan, respectivamente,
la formación del psicoterapeuta psicoanalítico y las tensiones actuales
existentes en el psicoanálisis.
LA FORMACIÓN DEL IUPA
Formarse en psicoterapia psicoanalítica requiere poder cuestionar lo
aprendido, aceptar un no saber, escuchar la clínica desde perspectivas
diferentes y adaptar de forma constante las teorías a nuevas demandas.
Durante el primer año, la formación que brinda el instituto comienza por
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una aproximación teórica y técnica a los grandes teóricos de las corrien-
tes psicoanalíticas (Freud, Klein, Lacan, Laplanche, Winnicott, Kohut). El
segundo año habilita un acercamiento a la psicopatología psicoanalítica y
a las variantes de trabajo clínico (niños, adolescentes, grupos, parejas). Al
mismo tiempo, desde primer año se suma la articulación teoría-práctica
al asignársele al estudiante un paciente por quince meses, proceso que es
supervisado por un psicoterapeuta psicoanalítico habilitado por audepp
semana a semana. Por último, los estudiantes participamos de espacios
de intercambio grupal en los talleres, donde cada uno puede potenciar su
perspectiva gracias a las diferentes visiones que los compañeros puedan
tener al analizar los casos clínicos según el autor que se esté trabajando.
La institución nos sumerge en un estado de formación comprimido e in-
tenso en el curso del iupa, no solo por la velocidad con la que pasan los
diferentes enfoques teóricos y técnicos por delante de nuestros ojos, sino
por el trabajo acumulado de estudio, análisis personal y supervisión insti-
tucional, que hace convivir al estudiante con una vorágine formativa que
abarca diferentes áreas de la identidad del psicoterapeuta y que ocupa un
lugar importante del tiempo vital durante dos años.
En la formación brindada es de valorar la posibilidad de construir un
modo propio de ser psicoterapeuta psicoanalítico, con énfasis en la inte-
racción entre diversos posicionamientos teóricos. Esta búsqueda dinámi-
ca de apropiación de enfoques que faciliten encuentros procura habilitar
una escucha, un análisis y un acompañamiento de sujetos y su sufrimien-
to. ¿Cómo articular los diferentes enfoques teóricos y técnicos con el fin
de dar respuesta a una demanda tan compleja como la actual en la clínica
psicoanalítica? Durante el recorrido por el iupa, nos preguntamos: ¿qué
mirada construyo sobre mi praxis analítica?, ¿cuál es mi forma de hacer
psicoanálisis?
Es posible aventurar que una persona deviene psicoanalista cuando
logra articular su análisis personal, su formación sistemática especializada
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y los espacios de supervisión de forma más o menos armónica para ejer-
cer la función analítica y sobrevivir, al decir de Winnicott (1993). Se trata,
entre otras cuestiones, de ponerse en pausa a uno mismo para escuchar
lo disarmónico del otro; escuchar y pensar psicoanalíticamente, lo cual
implica introducirse en otro lenguaje, en otro registro. El estudio de los
acontecimientos psíquicos —trayendo la noción de acontecimiento de
Deleuze (1989) como eso que irrumpe— no es asequible fácilmente y,
para lograr trabajar en ellos, es necesaria una construcción clínica basada
en una ética de trabajo periódica y rigurosa que habilite su tratamiento.
Formarse en psicoanálisis es construir más allá de la opinión particular;
requiere una constante dialéctica entre lo aprendido y lo que falta, lo sen-
tido, lo entendido, lo presente y lo pasado. Por estas razones, no se basa
únicamente en una transmisión de una técnica a ser aplicada, sino en la
producción singular de una formación en colectivo.
Para describir nuestra formación valga una comparación con un fe-
nómeno biológico: el de la estereopsis, que «es el fenómeno dentro de la
percepción visual por el cual, a partir de dos imágenes ligeramente dife-
rentes del mundo físico proyectadas en la retina de cada ojo, el cerebro
es capaz de recomponer una tridimensional» (Tijuana Eye Center, 2021,
párr. 1). Una visión auténtica de relieve tridimensional es lograda gracias
al trabajo conjunto y no exactamente idéntico de ambos ojos. La forma-
ción en psicoanálisis no difiere demasiado de esto, dado que los aportes
teóricos, los tránsitos analíticos y la propia experiencia clínica —procesos
diferentes, pero complementarios entre sí— devienen en nuevas percep-
ciones de y con otros.
Si continuamos con el ejemplo, también vale preguntarnos: ¿dónde
se determina la veracidad de la percepción?, ¿en el ojo izquierdo, en el
derecho, en el cerebro o en el objeto? Lo mismo valdría para cuestio-
narnos acerca de cuándo comienza la formación en psicoterapia psi-
coanalítica: ¿como paciente, estudiante, supervisando o psicoterapeuta
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psicoanalítico? También amerita cuestionarnos dónde emerge el saber en
la práctica psicoanalítica: ¿en el teórico, en el docente, en el supervisor,
en el psicoterapeuta psicoanalítico, en el estudiante o en el paciente?
Aunque en la práctica clínica muchas veces quien analiza se encuentra
solo junto al analizando, la formación nunca es en solitario: es colectiva.
La transmisión del psicoanálisis siempre es contextual, por encima de la
teoría fundante, es copia inexacta de lo aprendido adecuado a las nuevas
demandas. Si el psicoanálisis se repite a sí mismo, muere. Su transmisión,
por ser entre sujetos, necesariamente es una creación particular entre el
deseo propio, el análisis personal, la práctica clínica y las circunstancias
vitales. La experiencia en el iupa abre la puerta a la grupalidad, una di-
mensión que pensamos fundamental para construir los psicoanálisis de
hoy. En el mejor de los casos, si el estudiante sabe aprovecharlo y valo-
rarlo, construirá una posición singular en un ambiente colectivo, una bús-
queda dinámica de apropiación de enfoques, pero donde se incluyan las
experiencias en grupo como contexto de aprendizaje. Allí las posturas,
las edades, los trayectos vitales, las preferencias teóricas y las técnicas
convergen, se tensionan, discuten, sobreviven, conviven. La experiencia
en grupo moldea la identidad de los estudiantes, tanto como los conteni-
dos de las clases o las características de los docentes en cuestión.
LAS TENSIONES EXISTENTES
Tendemos a pensar la armonía desde la existencia del equilibrio y la
concordancia, el no error, la correspondencia entre las partes. En este
sentido, la música tiene algo para decirnos, habilita a sentir y pensar la
armonía desde la interacción entre diversos elementos, lo que genera
nuevos sonidos (¿sentidos?). Es así como una composición se torna más
compleja cuando está compuesta por notas que no son únicamente las
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del acorde básico, sino que se añaden otras, llamadas tensiones, las cuales
otorgan a la melodía un tono singular e impredecible. De forma similar
sucede con los silencios que parecen que son un resto en la obra musi-
cal, cuando son tan importantes como los acordes, como las tensiones.
¿Desde qué concepción de armonía podemos pensar(nos) la praxis psi-
coanalítica, la formación y su trasmisión?
¿Es posible pensar los psicoanálisis desde un todo concordante o su
propio objeto de estudio —sostenido en leyes como la atemporalidad,
la ausencia de contradicción, el predominio del principio del placer y el
proceso primario (Freud, 1915/2006)— nos introduce en una armonía
más cercana al plano musical, donde la singularidad aparece de la mano
de la tensión?
En la actualidad, son diversas las tensiones que conviven y constitu-
yen la práctica psicoanalítica; por ejemplo, entre las diferentes corrien-
tes clásicas y las exigencias de la clínica en el siglo xxi, o la tensión de
concebir al psicoanálisis como ciencia o como arte; o las tensiones entre
psicoanálisis y género; o la relación entre el psicoanálisis y el mundo
digital. A continuación, nos animamos a reflexionar en torno a las bellas
tensiones existentes en la formación. Recordemos que para nosotros la
tensión es el corazón de esa singularidad tan apreciada en psicoanálisis,
necesaria y fundante de su existencia. Observamos las tensiones entre las
corrientes psicoanalíticas dentro de los límites institucionales.
LAS DISTINTAS CORRIENTES PSICOANALÍTICAS
DENTRO DEL IUPA
A diferencia de otros posgrados en psicoanálisis, la propuesta del
instituto tiene la potencialidad de presentar, a través de los distintos
submódulos del módulo Funcionamiento Psíquico, la pluralidad teórica
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existente en lo que se llama, a modo de generalidad, el psicoanálisis.
Como toda pluralidad, habilita la convivencia de las grandes corrien-
tes psicoanalíticas. Ahora bien, ¿cómo impactan estas visiones en el
estudiante? En nuestro primer año del iupa nos preguntamos sobre los
clásicos. Como grandes arquitectos de la teoría y la técnica, ¿son in-
cuestionables? Desde el iupa se nos invitó a trabajar sobre ellos y tam-
bién a construir otros edificios al lado de los suyos, pero ¿constituyen lo
intocable del psicoanálisis?, ¿es condición sine qua non para pensar los
pacientes de la clínica actual?, ¿alcanza con ellos?, ¿cómo articular las
diferentes corrientes psicoanalíticas con la práctica?, ¿son articulables?
Estos cuestionamientos reflejan la tensión existente entre las diferentes
corrientes psicoanalíticas que el instituto nos presentó. No lo hizo desde
el lugar de conseguir adeptos a una u otra corriente, sino en las fronte-
ras del discurso de las instituciones y las posiciones, donde alguien que
forma a los estudiantes advierte el campo sembrado del territorio del ve-
cino y retira su pie lentamente sin pisar el jardín del otro. Por cuidado y
por respeto. Esta tensión, presente en la convivencia, lejos de confundir,
nutre y enriquece a cada estudiante. Lo prepara para zambullirse en el
escenario de la práctica psicoanalítica, tal como el actor o la actriz ensa-
ya para representar a sala llena la obra teatral en cuestión. Psicoanálisis
como ciencia, pero también psicoanálisis como arte. Entre la universa-
lidad para validar la psicoterapia psicoanalítica en el método científico,
pero sin perder lo singular de la práctica clínica.
¿Es el psicoanálisis una ciencia?, ¿un arte? O, en todo caso, ¿cada
uno de los términos es excluyente? De alguna manera parece que nos
encontramos sumidos en la misma disyuntiva en la que Freud formuló
su teoría. ¿Será parte constitucional del psicoanálisis esta tensión? Quizá
en lo que sí podemos hacer acuerdo es en su objeto de estudio y desde él
pensar qué criterios lo legitiman. En este sentido, Singer (2019) plantea la
incompatibilidad entre el paradigma cientificista hegemónico, basado en
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criterios empírico-experimentales —el cual continúa teniendo un lugar
preferente en el ámbito institucional universitario—, con las característi-
cas del psicoanálisis derivadas de su propio objeto de estudio: el incons-
ciente y la búsqueda de sentidos. En esta línea, son la heterogeneidad,
la singularidad y las contradicciones componentes del inconsciente que
no pueden ser representados desde un modelo epistémico clásico, que
en aras de arribar a universales, no comprenden la lógica de la paradoja,
la alteridad y la contradicción al interior de los sistemas (Singer, 2019).
¿Es posible en este marco arribar a hipótesis y conclusiones univer-
sales y regulares? ¿Es posible un conocimiento acabado de la lógica in-
consciente en constante producción? En este sentido, ¿hasta qué punto
la aplicación de procedimientos investigativos vigentes no supondría
una deformación de nuestro campo de conocimiento? Y, más allá de
ello, ¿cómo no encerrarnos en un callejón sin salida, que resulte en
una imposibilidad comunicativa con otras áreas de la ciencia, el arte y
la producción humana? Cuanto más avanzamos en reducir la distancia
con la ciencia estandarizada, más preguntas nos surgen por la pérdida
de un lugar de creatividad para el psicoterapeuta psicoanalítico en la
situación clínica. Es la sesión y la experiencia singular algo que senti-
mos que se escapa de la producción escrita estandarizada. Nos invaden
cuestionamientos y el arte de nuestro oficio se tensa, se torna disar-
mónico para sí mismo en la medida en que la rigurosidad científica lo
interpela.
En este escenario, nos planteamos, por ejemplo, ¿desde qué punto
se arriba a una conclusión que sostiene la «mejora» o el «avance» de un
sujeto? No podemos perder de vista que estas categorías se sostienen en
verdades social e ideológicamente construidas, imaginario social al decir
de Castoriadis (1997), en donde es imposible desconocer lo social e his-
tórico. Este imaginario define el campo de lo subjetivo y moldea el deseo
singular.
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De alguna manera, si el psicoanálisis no es una moral, no podría au-
torizarse a sostener que un deseo o sentido es más válido que otro. Por el
contrario, la habilitación de las alternativas que puedan encontrar las per-
sonas para con su deseo son diversas y válidas en tanto resulten así para
el propio sujeto. Nos resuena, por consiguiente, la pregunta de Bernardi
(2021): «¿Cómo podemos comprobar que lo que hacemos le sirve al pa-
ciente?» (p. 143). Nos interesa la idea de no incluirnos en la estandariza-
ción científica desubjetivante, pero ya parece imposible sostener nuestra
práctica clínica únicamente como un arte que tiene su teoría y su técnica.
Nos aproximamos al desafío de una incipiente sistematización que for-
malice las tensiones y oriente a los estudiantes a sentir que los proce-
dimientos aplicados corresponden a una estandarización que respete la
esencia del objeto de estudio del psicoanálisis, con la complejidad que
ello implica.
No sentimos ajenidad por el problema planteado por Bion hace ya
varias décadas:
La paradoja del psicoanálisis es que el estudiante espera aprender en
el curso de su vida y a través de su formación cómo son la mente y la
personalidad humanas; esto resultaría inútil si no aprendiera también a
respetar los hechos, o si no hubiera en él una disposición natural a ha-
cerlo; y en este campo en particular, el «hecho» es la personalidad hu-
mana. En este sentido, tiene la esperanza de descubrir que su paciente
es como todos los demás seres humanos. La situación se complica por-
que debe combinarla con el respeto por la singularidad del individuo
como tal y no como uno más entre la multitud. (Grinberg, 1991, p. 7)
Nuestra clínica es el descubrimiento de lo singular, pero entendemos
que el camino a transitar implica construir acuerdos para la integración
de los psicoanálisis en la sistematización de sus procedimientos. Como
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Freud en los tribunales de medicina, esta tensión compleja nos desafía en
nuestra práctica cotidiana y nos acompaña en la construcción del psicoa-
nálisis del siglo xxi.
La tensión entre el adentro y el afuera… El psicoanálisis del siglo xxi
¿cómo luce? Varios teóricos han analizado, desde la década de los ochen-
ta, nuestra sociedad actual. Lyotard (1987) la denominó condición posmo-
derna con la caída de grandes relatos: el Estado, la escuela, la familia. Hoy
algunos filósofos, como por ejemplo Sztajnszrajber (2020), responden a
esta caída con la idea de posverdad. Berman (2000) creaba la metáfora
de «todo lo sólido se desvanece en el aire» para referirse a la transición
entre modernidad y posmodernidad. Lo mismo hacía Lipovetsky (2000)
con la expresión era del vacío para describir una época donde reina el
hedonismo, el estado vacío interior, la apatía, el desencanto en la subje-
tividad, el individualismo, el consumismo, las normas endebles, el aquí
y ahora, la satisfacción inmediata. Bauman (2004), tomando la idea de
Berman (2000), se refirió a la posmodernidad como modernidad líquida,
anteponiendo lo sólido con lo líquido.
En nuestra actualidad, Byung-Chul (2012) analiza cómo nuestra so-
ciedad prioriza, ante todo, el rendimiento. Como respuesta a esta exi-
gencia: «la sociedad del cansancio», caracterizada por la violencia, el
aislamiento, la soledad, la división, la destrucción de la comunidad y del
lenguaje en su nivel más simbólico. Al respecto de esto, en La expulsión de
lo distinto, Byung-Chul (2017) expone sobre la comunicación:
La hipercomunicación digital nos deja casi aturdidos. […] Las rela-
ciones son reemplazadas por las conexiones. […] Dos bocanadas de
silencio podrían contener más proximidad, más lenguaje que una hi-
percomunicación. El silencio es lenguaje, mientras que el ruido de la
comunicación no lo es. (p. 66)
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Considera que nos encontramos en una época posmarxista:
En el régimen neoliberal la explotación ya no se produce como aliena-
ción y desrealización de sí mismo, sino como libertad, como autorrea-
lización y autooptimización. Aquí ya no existe el otro como explotador
que me fuerza a trabajar y me aliena de mí mismo. Más bien, yo me
exploto a mí mismo voluntariamente creyendo que me estoy realizan-
do. (p. 68)
Esto es visible en las nuevas relaciones laborales. Basta con nombrar
a Uber o a Pedidos Ya para ejemplificar esta idea. Frente a esto, el yo del
psicoanálisis luce desbordado y se genera pesadumbre por la abundancia,
la sobreinformación y la autoexplotación de una oferta que supera amplia-
mente la demanda. Más y más formación, más y más lugares transversa-
les para incorporar y enriquecer el psicoanálisis moderno. Más y más con-
tratos de trabajos «independientes» que obligan a rescindir de todos los
derechos laborales conquistados a lo largo de toda la era moderna. Esta
coyuntura no es la misma que vivieron los grandes maestros del psicoa-
nálisis. Entonces, ¿de qué forma articular la teoría con el contexto actual?
¿Estamos escuchando la diversidad discursiva de otros cuerpos, saberes y
vivencias desde las mismas postulaciones teóricas? Consideramos que no
solo hay que historizar al sujeto que consulta, sino también la construc-
ción de la mirada, y esta yace entre lo singular y lo colectivo.
Asimismo, ¿cómo conjugar los tiempos de la actualidad (ya, ahora
mismo, aquí y ahora) con los tiempos de una psicoterapia psicoanalíti-
ca? El tiempo psicoanalítico va a contrapelo (Benjamin, 1940) no solo
de la temporalidad de la sociedad, sino también de determinados plazos
institucionales, como, por ejemplo, las prestaciones de psicoterapia que
brindan las mutualistas que se rigen por la ley de Prestaciones de Salud
Mental del 2011.
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Así como fuimos invitados a pensar los autores clásicos en su contex-
to histórico y político para entender la magnitud de sus producciones, es
hora de pensar nuestro tiempo; el mundo digital, sus nuevas significan-
cias fuera, pero también dentro, del espacio clínico; las teorías de género
que reclaman su lugar primordial en el siglo xxi y nos acercan con oído
refinado a los sufrimientos actuales; la incertidumbre del mundo actual,
la pandemia, las guerras, las crisis financieras, lo retórico y lo distópico de
la actual organización de la aldea mundial. Nuestra joven ciencia necesita
seguir creciendo; su desarrollo es lento, pues siempre requiere pensar.
Su deseo es persistente, pues la lógica del inconsciente y la singularidad
humana son su llamado a la acción.
CIERRE QUE ABRE NUEVAS INTERROGANTES
Arribando al cierre, surge la apertura de nuevas interrogantes, las
cuales entendemos que habilitan y sostienen la búsqueda de sentidos
propia de la praxis psicoanalítica: ¿cómo ir más allá de las capturas del
mercado?, ¿cómo no devenir en una herramienta de control de la ideo-
logía dominante que inhiba y patologice la diversidad discursiva?, ¿cómo
sortear el riesgo del discurso único? Quizás sea el reconocimiento y la
habilitación de la potencialidad de la interrogante, de la alteridad, de lo
que no se sabe (¿aún?), lo que debería remitir a los psicoanálisis a su pro-
pia tensión interna.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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