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Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6(2), julio-diciembre 2025, pp. 13-26.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: 10.53693/ERPPA/6.2.1
Adultizados prematuramente, se les solicita en demasía que es-
tén pendientes y realicen tareas hogareñas y de crianza, lo que deja
escaso espacio para sus actividades lúdicas. Dado que los tiempos de
estructuración psíquica no son lineales, los espacios educativos y re-
creativos son, entonces, lugares indispensables que propicien en estos
niños y adolescentes la plena producción de entramado simbólico.
Sin embargo, muchas veces, los pequeños que recibimos no se sien-
ten bien acogidos. No logran adaptarse al nuevo entorno ni a las con-
diciones de vida, y no se sienten incluidos en sus grupos de referen-
cia.Sienten en vilo su subjetividad, que queda comprometida por la «no
pertenencia», lo que afecta su estructura identitaria.Es todo un trabajo
elaborativo lograr la inserción en un ámbito cultural tan diferente, en
el que deben construir un sentimiento de identidad. En este proceso,
maestros y profesores cumplen un rol fundamental en la inclusión so-
cial y académica del niño y adolescente al brindar herramientas para
afrontar situaciones de la vida. No desconocemos que, para el grupo
que recibe, también es un desafío importante que debe ser considerado.
En muchas ocasiones, el grupo o la institución actúa la fantasía
de rivalidad, celos, envidia ante las capacidades, saberes y pericia atri-
buidas a los «nuevos». Esto suscita un sufrimiento que, como en un
círculo vicioso, le hace sentir angustias, tanto confusionales como per-
secutorias y depresivas, al niño-adolescente migrante recién llegado,
quien no encuentra la bienvenida que anhela y necesita.
Soledad venía migrando desde los tres años. Salió de su país de ori-
gen junto con la familia ampliada —padres y algunos abuelos y tíos—
y se radicaron por algunos años en Brasil, donde el cambio de idioma
supuso un obstáculo importante para su interacción social por fuera
de la familia. En ese país nació una hermanita y la familia cambió de
vivienda y de escuela en varias oportunidades. Allí se sintió discrimi-
nada y excluida; tanto ella como su madre utilizan la palabra xenofobia
para describirlo. En Uruguay, este sentimiento de discriminación se
mantuvo: surgieron dicultades en su inscripción escolar, así como
comentarios de la directora, de maestras y de compañeros que la ais-
laban y lastimaban. Apareció un sentimiento de desesperanza difícil