NIÑECES, DERECHOS Y TIC:
PENSANDO POSIBLES INTERVENCIONES
PSICOTERAPÉUTICAS PSICOANALÍTICAS
CHILDHOODS, RIGHTS, AND ICTs:
REFLECTING ON POSSIBLE PSYCHOANALYTIC
PSYCHOTHERAPEUTIC INTERVENTIONS
INFÂNCIA, DIREITOS E TICs:
PENSANDO EM POSSÍVEIS INTERVENÇÕES
PSICOTERAPÊUTICAS PSICANALÍTICAS
Claudia Rodríguez Maristán
Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico: clrodriguezmaristan@gmail.com
ORCID: 0009-0003-7617-4656
Recibido: 5/5/2025
Aceptado: 19/9/2025
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6(2), julio-diciembre 2025, pp. 83-100.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: 10.53693/ERPPA/6.2.5
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
RODRÍGUEZ MARISTÁN, C. (2025). Niñeces, derechos y TIC: pensando posibles
intervenciones psicoterapéuticas psicoanalíticas.
Equinoccio. Revista de psicoterapia
psicoanalítica, 6
(2), 83-100. DOI: 10.53693/ERPPA/6.2.5
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
Submitted: 5/5/2025
Accepted: 9/19/2025
Recebido: 5/5/2025
Aceite: 19/9/2025
Resumen
El presente artículo contempla los atravesamientos que se suscitan en la clínica
psicoanalítica al trabajar con niños y niñas en la actualidad. Se tiene en cuenta el marco
de derechos de la niñez y adolescencia y su relación con la exposición y uso de las tecno-
logías de la comunicación y la información en el cotidiano. Estas últimas podrán ser to-
madas como una categoría de análisis para pensar las intervenciones psicoterapéuticas.
Palabras clave: intervención, psicoanálisis, niñez, derechos, .
Abstract
This article examines the intersections that emerge in psychoanalytic clinical
practice when working with children today. It takes into account the framework of
children’s and adolescents’ rights and their relationship with exposure to and use of
information and communication technologies (ICTs) in everyday life. These technologies
are considered as an analytical category for reecting on psychotherapeutic
interventions.
Keywords: intervention, psychoanalysis, childhood, rights, ICT.
Resumo
O presente artigo analisa as questões que surgem na clínica psicanalítica ao
trabalhar com crianças atualmente. É levado em consideração o quadro dos direitos
da infância e da adolescência e sua relação com a exposição e o uso das tecnologias da
comunicação e da informação no cotidiano. Essas tecnologias podem ser consideradas
como uma categoria de análise para pensar as intervenções psicoterapêuticas.
Palavras-chave: intervenção, psicanálise, infância, direitos, tics.
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INTRODUCCIÓN1
Al momento de pensar en la clínica psicoanalítica con las niñeces,
se nos presenta el desafío de tener en consideración la conformación
subjetiva de niños y niñas en el contexto actual y a la luz del marco de
derechos, que los dene como sujetos de derechos. Este aspecto consti-
tuye un posicionamiento ético al momento de trabajar con esta etapa
vital, pues implica una revisión continua de nuestras prácticas para
que las niñeces estén en el centro de nuestro quehacer.
En el marco de los derechos, se buscará comprender la relevancia
de las tecnologías de la información y la comunicación (en adelante,
) en el cotidiano de las niñeces, por lo que será necesario conside-
rar la complejidad que encierra la interrelación con y mediante estas,
tanto de los niños como de los adultos. El uso de estos dispositivos y
los diferentes softwares nos permitirá acercarnos a otros medios de
expresión de los malestares psicoafectivos y a la búsqueda de nue-
vas modalidades de relacionamiento, que son mencionadas o traídas
dentro del consultorio, lo que habilita a nuevos insumos para realizar
intervenciones psicoterapéuticas.
NIÑECES Y CONSTITUCIÓN SUBJETIVA
Empezaré por considerar que la niñez corresponde a un recorte de
un momento en la historia de los sujetos, que encierra una serie de
particularidades que la denen como tal, más allá de la edad crono-
lógica. Ahora bien, el momento sociohistórico irá generando modi-
caciones sobre esta. Así, la vertiginosidad en los últimos tiempos, la
sobreestimulación visual y el exceso de información van incidiendo
1 El editor Diego Monetti aprobó este artículo.
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Claudia Rodríguez Maristán
en la constitución subjetiva de niños y niñas, y generan nuevas mo-
dalidades de transitar esta etapa y de vincularse. Estos y otros atrave-
samientos determinan las singularidades del tránsito por esta etapa,
de lo que se desprende que hablemos de niñeces en plural con el n de
dar visibilidad y sentido a cada historia que se desplegará dentro del
consultorio.
A su vez, en la consulta psicoterapéutica con niñeces observamos
que algunos adultos maniestan sentirse en jaque ante lo que consi-
deran altas o desajustadas demandas de los niños, pues sienten que
reclaman presencia y atención constante. Estos adultos también son
parte de la era de la uidez, del uso por momentos indiscriminado de
las , en donde parecería que el estar desconectados tiene un costo
afectivo del cual vamos teniendo cada vez más noticias. Plantean tam-
bién que no siempre se sienten satisfechos con sus logros o su ejercicio
de la paternidad y maternidad, en una sociedad que demanda más
tiempo y productividad de su parte y no tiene en consideración los es-
pacios necesarios para la crianza ni la singularidad que encierra cada
situación.
Recordamos a Lewkowicz (2004), quien nos plantea que nos en-
contramos ante «chicos frágiles con adultos frágiles, no chicos frágiles
con instituciones de amparo. Y con esas fragilidades estamos traba-
josamente tramando consistencias, tramando cohesiones. La solidez
supuesta en un tercero se desfondó» (p. 114). Es decir que aquellas ins-
tituciones que se fundaron en la modernidad, en un contexto y época
con representaciones sólidas, operando con mecanismos de norma-
lización y con objetivos denidos de lo que se esperaba de un otro
(Corea y Lewkowicz, 2004), se han ido modicando para acompasar
otras necesidades y realidades que han permitido ir dando mayor visi-
bilidad a la niñez como tal.
Sobre la niñez existieron diferentes miradas a lo largo de la his-
toria. Una de ellas es la nominación de menores, la cual genera una
relación de dependencia plena, aquí los niños son considerados como
objetos de protección y cuidado de la familia o, en otros casos, del
Estado. Esta representación a nivel social genera no solo protección,
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sino también castigo y encierro por la peligrosidad que implica tal
connotación. Es necesario comprender que las palabras no son neu-
tras y crean realidad, son formas de etiquetación que conguran un
posicionamiento en nuestro accionar.
Por ende, no ha sido una tarea simple dar voz a las niñeces, desde
sus necesidades e intereses y un psiquismo que se encuentra en cons-
trucción dentro de una trama intersubjetiva. E, incluso, como nos re-
cuerda Lewkowicz (2004), se debieron superar diversos obstáculos para
que, desde la psicología y el psicoanálisis, se crearan dispositivos espe-
cícos que permitieran una escucha y una mirada hacia las niñeces.
En la actualidad nos encontramos con un enfoque jurídico que
ha permitido dar visibilidad a niños y niñas desde la perspectiva de
derechos. Diversos tratados internacionales sientan las bases de los
derechos y de la responsabilidad del Estado al momento de brindar
garantías para su ejercicio. Uno de los documentos más destacados
es la Convención Internacional de los Derechos del Niño, aprobada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre
de 1989 (Naciones Unidas, 1989). Esta otorga a las infancias el estatus
de ciudadano con derechos y obligaciones que son equiparables a los
del resto de la sociedad. En 1990, con la Ley 16.137, Uruguay ratica la
Convención y, en setiembre de 2004, con la Ley 17.823, se promulga el
Código de la Niñez y la Adolescencia.
Este Código se encuentra vigente, pero su implementación apro-
piada continúa siendo un desafío, considerando que tiene veinte años
de vigencia y ha convivido con lógicas de crianza de diversos tiempos.
Algunos tipos de crianza se sustentan en una postura adultocentrista,
alejada de las necesidades reales de las infancias, con tensiones en su
accionar, con prácticas desubjetivantes que colocan a niños y niñas en
un lugar de objeto de deseo dentro de un mundo adulto. Por ende, el
Código se congura a partir de artículos que amparan el ejercicio de
los derechos de niñas, niños y adolescentes, quienes son posicionados
en un lugar que conlleva nuevas formas de relacionamiento y pará-
metros de cuidados para la crianza a nivel familiar, interpersonales y
en los diferentes ámbitos por los cuales transitan.
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LAS TIC, LOS DERECHOS Y LAS NIÑECES
Un elemento traído como parte de la consulta psicoterapéutica o
que va surgiendo a lo largo del proceso reere al uso de las  por las
niñeces y el conocimiento que se tiene de estas. Este tema ocasiona
malestar en diferentes niveles.
En efecto, la tecnología y su uso constituyen un elemento funda-
mental de los cambios sociales que se han producido. Es Castells (1997)
quien conceptualiza el informacionalismo como el paradigma tecnoló-
gico que sustituye al industrialismo en cuanto al modo dominante de
las sociedades. Es decir que existe
una estrecha relación entre los procesos sociales de creación y ma-
nipulación de símbolos (la cultura de la sociedad) y la capacidad de
producir y distribuir bienes y servicios (las fuerzas productivas). Por
primera vez en su historia, la mente humana es una fuerza producti-
va, no solo un elemento dentro del sistema de producción. (Castells,
1997, p. 58)
Se producen entonces nuevos escenarios que resignican los espa-
cios de lo público y lo privado, las formas de comunicarse, de conec-
tarse, el acceso a la información y la producción de conocimiento, al
igual que las dimensiones de tiempo y espacio. «El uso de las nuevas
tecnologías de la información favorece el hipertexto, la uidez, rompe
el esquema binario, destierra lo unívoco y lineal. Se requieren otras
y nuevas competencias para vivir en este siglo» (Filardo y Mancebo,
2013, p. 127).
En este contexto, Prensky (2001) acuña el término nativos digitales y
plantea que las nuevas generaciones, al crecer rodeados de la tecnolo-
gía, podrían generar otras habilidades sobre estas. Esta conceptualiza-
ción sigue muy presente en la actualidad y se contrapone a la de inmi-
grantes digitales, la generación precedente, que comprende a aquellos
que nacieron antes del surgimiento de esta tecnología (Prensky, 2001).
Sin embargo, estas conceptualizaciones no tuvieron en consideración
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dos grandes complejidades. Una de ellas es que no toda la población
tiene el mismo acceso a las , lo que ocasionó una nueva brecha, la
denominada brecha digital. Y, por otra parte, aunque las  se encuen-
tren presentes en el cotidiano, la simple exposición a los dispositivos
no garantiza la capacidad suciente para tomar decisiones ni para
comprender cómo realizar un buen manejo de ellas.
White y Le Cornu (2012) proponen otra mirada, que va de la mano
de la interacción que se tiene con la tecnología, independientemente
de la generación a la cual se pertenezca. Ellos formulan el modelo
de visitantes y residentes; los primeros usan internet y los dispositivos
para tareas especícas, mientras que los segundos encuentran en la
red un espacio en donde participar activamente de comunidades en
línea y producir una identidad digital, es decir que dejan una huella de
ellos mismos. Estos autores también plantean la relevancia del mundo
adulto para que, tanto niñeces como adolescentes, vayan adquiriendo
las habilidades para el uso de las , lo que de esta forma permite que
se reduzca la mencionada brecha (White y Le Cornu, 2012).
Cabe recordar que en nuestro país se ha buscado acortar esta bre-
cha con el n de evitar nuevas formas de exclusión, habilitando que
niñas, niños y adolescentes tengan acceso mediante la implementa-
ción del Plan Ceibal. Esta estrategia educativa, basada en el modelo 1
a 1, fue impulsada por Presidencia de la República en 2007, principal-
mente en el ámbito educativo, y propone que cada estudiante dispon-
ga de un dispositivo digital con el objetivo de aprender a aprender en
forma activa y con otros. Además de facilitar el uso de la plataforma
educativa, dichos dispositivos permiten el acceso a internet para fa-
cilitar otros conocimientos, formas de circular en la virtualidad, y ex-
tiende el acceso a la ciudadanía digital a nivel de los hogares.
De la mano de lo ante expuesto, la Ley General de Educación,
18.437, de 2008, buscó asegurar este acceso, por lo que incluye den-
tro de sus artículos la relevancia de igualdad de oportunidades. En el
artículo 18 establece que: «El Estado asegurará a los educandos que
cursen la enseñanza pública obligatoria, el acceso a las tecnologías de
la información y la comunicación» (Ley 18.437, art. 18). Esto también
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se extiende hacia la educación privada, habilitando el acceso a estas
tecnologías por un costo económico.
CLÍNICA PSICOANALÍTICA Y NIÑECES
La clínica psicoanalítica no es ajena a las modicaciones produci-
das por la sociedad de la información y la comunicación. Ejemplos de
ello es el ingreso de los dispositivos dentro del consultorio y la men-
ción del uso de las  en las sesiones. Estos elementos modicarán
el encuadre por su presencia y generarán cuestionamientos sobre el
lugar que adquieren en el vínculo psicoterapéutico.
Nuestro quehacer como psicoterapeutas psicoanalíticos también
quedará atravesado por la perspectiva de derechos, lo cual conlleva un
posicionamiento ético-político, donde la neutralidad se verá afectada.
Desde esta postura, como profesionales nos implica velar y habilitar a
que niños y niñas puedan expresarse mediante su voz, enunciando sus
intereses, necesidades y vivencias. Entonces, las  quedan compren-
didas dentro de este marco, pues al ser utilizadas habilitará tanto el
acceso a información, conocimientos y cultura, como la posibilidad de
expresarse por este medio.
Las niñeces, por ende, tampoco escapan a las repercusiones de la
inmediatez, a las lógicas del mercado y a la obtención de objetos; es-
tos últimos ya no solo serán de índole material, tangible, sino también
virtual. Por lo tanto, nuestras intervenciones psicoanalíticas pueden
verse interpeladas y modicadas ante el ingreso de los dispositivos y
la forma como sean usados. Es decir que el proceso de psicoterapia
implica invitar a niños y niñas a incorporarse en otra modalidad de
estar con un otro, con la presencia física y en donde el juego es central.
El jugar cobra otra dimensión de la mano del tiempo psíquico, habili-
tando a poner en escena el mundo interno infantil del cual seremos
partícipes por un tiempo.
En este escenario, las  se irán incorporando y pueden ser con-
sideradas como una categoría de análisis, pues aportarán material
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desde los relatos y la interacción con ellas. En consecuencia, iremos
observando la relevancia y el sentido que los pacientes otorgan a las
plataformas, videojuegos y redes sociales. Nuestras preguntas e inte-
rés al respecto no serán ingenuos, sino que nuestras intervenciones se
orientarán a comprender y profundizar en las experiencias del pacien-
te a partir del uso de estos medios.
Me detendré aquí para presentar algunas modalidades de estos
fenómenos en la clínica. Desde hace tiempo asistimos a otras formas
de estar juntos, donde estos encuentros cobran nuevos signicados,
que iremos analizando en el espacio psicoterapéutico. Un fenómeno
que se observa es que los niños buscan extender su tiempo de relacio-
namiento a través de plataformas como Roblox, Minecraft, PlayStation
y Xbox, entre otras. Al indagar sobre estas experiencias, los pacientes
plantean que buscan estar más tiempo con sus pares. Un ejemplo de
ello es la utilización de los chats de estas plataformas luego del hora-
rio escolar o coordinar el encontrarse dentro de un juego en un horario
determinado. Esta es otra forma de habitar estos espacios y continuar
intercambiando sobre ellos mismos y sus intereses o con el objetivo
de lograr misiones o actividades en formas colaborativas dentro de la
virtualidad.
De la mano de lo antedicho surge una nueva modalidad de en-
cuentro: para no perder la inmediatez ni la atención en el juego, mien-
tras juegan en línea las niñeces realizan videollamadas por medio de
otros dispositivos, es decir que juegan y dialogan en forma paralela y
simultánea. La toma de decisiones es rápida, por lo que no se produce
la demora que implicaría tener que desconectarse para comunicarse de
otra forma. A su vez, parecería que no es posible tolerar la mínima
espera ante aquello que se desea obtener, como objetos virtuales (ad-
quiridos mediante puntos, dinero digital o incluso a través de robos) o
la propia victoria en el juego.
Esto puede generar una paradoja: necesitan estar comunicados,
conectados con otros, pues es importante para ellos socializar y apren-
der con otros; pero, al mismo tiempo, entran en una lógica en la que
no se detiene el jugar, es necesario ser rápido y no se deja de lado el
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dispositivo. La pausa necesaria para tomar decisiones no parecería ser
tenida en cuenta, lo que ocasiona acciones con un tinte más impulsi-
vo. En este punto, solemos detenernos con los niños y niñas para com-
prender, junto con ellos, la relevancia de lo sucedido y los efectos que
esto tiene a nivel psicoafectivo, y aportamos elementos para el análisis
de este accionar y de su repetición-representación en otros espacios.
En estos encuentros, observar los detalles constituye otra moda-
lidad de intervención. Se trata de indagar dónde coloca el paciente su
énfasis y qué aspectos predominan en su interacción con las . Un
ejemplo de ello es el uso de una ruleta en uno de los juegos, que pro-
duce una jación y un reforzamiento a modo de recompensa, donde
lo central no es tanto el juego en sí, sino la experiencia del azar y la
excitación frente a la incertidumbre de lo que puede obtenerse. Entrar
en ese detalle nos habilitará a acercarnos a comprender la relevancia
que guarda esta vivencia para el paciente, por qué su necesidad de
obtener objetos virtuales y la satisfacción inmediata del logro. En un
segundo tiempo, y a la luz de su historia, podremos profundizar para
acercarnos a las conictivas que circulan y otorgar una representa-
ción que ayudará a calmar tal compulsión, para pasar a otros juegos
más elaborados, que ampliarán la trama psíquica.
Para profundizar en la comprensión del lugar de las , retomaré
algunos de los aportes de Winnicott. Este autor plantea que el sujeto
se vincula con los objetos en una zona intermedia de la experiencia,
la cual no pertenece a la realidad interna ni a la realidad externa, sino
que es un espacio compartido, donde se constituyen las experiencias
desde que se es bebé y se conservan a lo largo de la vida: «Incluso en
las intensas experiencias que corresponden a las artes y la religión, a
la vida imaginativa y a la labor cientíca creadora» (Winnicott, 1979,
p. 32). En esta zona se dan los denominados fenómenos transicionales,
que «representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin las
cuales no tiene sentido para el ser humano la idea de una relación
con un objeto que otros perciben como exterior a ese ser» (Winnicott,
1979, p. 29). Este espacio jugará un papel importante en la relación con
los objetos, los aprendizajes y los vínculos entre los sujetos, donde se
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produce también la experiencia cultural, al decir de Winnicott (1979).
En este sentido, las  pueden ser consideradas como objetos transi-
cionales, o sea, como mediadores u objetos externos en donde se depo-
sitan o proyectan aspectos del mundo interno del sujeto.
Sin embargo, la transicionalidad no es una característica de estas
tecnologías, sino que, como señala Cantú (2012), lo que se deposita
en estos objetos no depende del software ni del dispositivo, sino de la
singularidad de cada sujeto «de producir simbólicamente mediaciones
e intercambios uidos entre los espacios psíquicos para investir las
paradojas del espacio virtual» (p. 281).
Por ende, también el personaje que cada quien elige será un avatar
donde deposita las características que anhela el sujeto, sus deseos,
así como también sus sufrimientos y temores, y que le permite llevar
a cabo actividades que no puede realizar en la vida cotidiana, tomar
incluso una postura más activa o ciertos niveles de agresividad que se
descargan mediados por la virtualidad. Otros niños preeren construir
historias, crear y preparar diversos escenarios para luego habitarlos.
Se puede considerar, entonces, que tanto en la historia como en el per-
sonaje se irán proyectando aspectos internos de ellos mismos.
Las , a su vez, producirán nuevos sentidos que impactarán en
la subjetividad y redenirán las formas de interacción entre los suje-
tos y las formas de vinculación. Se podrán alterar las modalidades y
las signicaciones de ausencia y presencia de los otros dentro de la
realidad virtual, así como también el uso del tiempo y del espacio. En
este marco, surge el término de ubicuidad, que alude a la posibilidad de
estar en cualquier lugar y tiempo sin necesidad de salir del hogar o de
estar, incluso, dentro del consultorio y a la vez fuera de este.
Las manifestaciones vinculadas a las  nos permitirán observar
los caminos para la elaboración de los padecimientos, de los malesta-
res, desde las diferentes modalidades de representación.
Es decir, habrá sujetos que pueden utilizarla como espacios transi-
cionales que les permitan, mediante recursos lúdicos, generar senti-
dos elaborados a través de diversas expresiones simbólicas. Mientras
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que en otros la preponderancia de la imagen produce pasividad en el
trabajo representativo, evitándose de esta forma la emergencia de la
angustia, ya que se percibe como inmanejable. (Rodríguez Maristán,
2014, p. 66)
Ahora bien, las  no remplazan los vínculos que se constituyen
a partir del encuentro con un otro. La constitución intersubjetiva re-
quiere necesariamente de la presencia de un otro, pues esta se irá ge-
nerando gracias a la presencia-ausencia, en esa danza que se basa
en la singularidad de cada díada (bebé-ambiente). Son justamente los
encuentros y desencuentros los que marcan el devenir de un sujeto
como ser deseante. En este proceso cobra relevancia la disponibilidad
psicoafectiva del adulto para constituirse en un referente en la crian-
za. Esto funciona como una base segura para el despliegue de la trama
psíquica en la infancia y habilita diferentes manifestaciones de los
afectos, la capacidad para explorar, para expresarse. Se necesita de la
presencia que acompañe y sostenga estos despliegues, que ayude a
dar signicado mediante la palabra, al tiempo que frustre y desilusio-
ne apropiadamente. Estos vaivenes irán generando el lazo necesario
para que las niñeces se constituyan también como sujetos sociales.
Por otra parte, debemos tener presente que la sola presencia de
las  en el cotidiano no constituye una problemática, no se trata de
demonizar a objetos por su sola existencia. Sin embargo, cuando la
pantalla se interpone en estos encuentros, el dispositivo aparece como
un sustituto de los vínculos y de los adultos. Es, entonces, cuando se
podrían producir grietas en el mundo interno, pues se recibe un exce-
so de información, imágenes y estímulos, que deslumbran y atraen a
niños y niñas, los dejan paralizados y cortan la imaginación y el juego
espontáneo, en algunos casos.
Los referentes de crianza se encuentran en la encrucijada de per-
mitir o prohibir el acceso a estos dispositivos. Al mismo tiempo, ante
el manejo que tienen las niñeces sobre las , maniestan sentirse en
desventaja, lo que podríamos considerar que redunda en una brecha
generacional.
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Pensando en estos aspectos y en su vínculo con los derechos, reto-
maré algunos conceptos propuestos por Corea. Esta autora señala que
debemos estar atentos al exceso de representaciones, pues esto pro-
duce formas de sufrimiento sobre las niñeces en la actualidad (Corea,
s. f.). Y propone tres tipos de exceso: de representación de autonomía,
de responsabilidad de niños y niñas y de saber.
El exceso de representación de autonomía, según plantea Corea
(s. f.), se da cuando los adultos dejan a niños y niñas abandonados, es-
perando que tomen decisiones que muchas veces no corresponden
para su edad cronológica. Las niñeces quedan, en ocasiones, libradas
a autorregularse, a encontrar formas más acertadas de expresar sus
afectos, sin que medie o acompañe el mundo adulto. Un ejemplo de
ello es cuando se espera que los niños sepan cuándo dejar de usar los
dispositivos y puedan detenerse por sí mismos, sin que esto genere
malestar ni conictos.
Otro de los excesos señalados por la autora remite al exceso de la
responsabilidad de niños y niñas, que recae sobre estos por el hecho de
hacer uso de sus derechos. Esto implica que se les traslada la respon-
sabilidad de participar en situaciones que pueden ser consideradas
abusivas, donde aún no hay una clara diferenciación de qué es bueno
o no para ellos. Al mismo tiempo, los excesos de contenidos, imágenes,
colores o sonidos en las pantallas pueden producir un exceso de rea-
lidad, para lo cual el psiquismo quizás aún no está preparado y cuyos
efectos pueden irse pensando en la clínica (Corea, s. f.).
Por lo tanto, nos encontramos ante una paradoja, pues circula un
imaginario habitual según el cual las familias esperan que los niños
sean independientes y, por ende, sepan manejar los dispositivos y el
tiempo que dedican a estos. Sin embargo, Winnicott (1989) nos pro-
pone que los sujetos son seres que están en permanente vínculo con
otros, es decir, «Yo soy no signica nada, a no ser que, en un comienzo,
yo sea uno junto con otro ser humano que aún no se ha diferenciado»
(p. 29). O sea que desde los primeros momentos de vida se produce una
conguración ambiente-individuo, en donde existe una dependencia
absoluta. Esto implica que, para que desde su nacimiento los sujetos
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puedan ir pasando de una dependencia absoluta a una dependencia
relativa, y de esta hacia una independencia, siempre se necesitará de
un otro que vaya generando la habilitación hacia estos estados. Pero
esta independencia nunca será total, pues siempre se estará en per-
manente vínculo, en tanto se es parte de la sociedad y se participa en
ella.
En este sentido, en la actualidad existen recomendaciones de la
Asociación Americana de Pediatría (2016) y otras organizaciones, como
la Organización Mundial de la Salud y Unicef, sobre la utilización de las
 en la niñez —principalmente en la temprana infancia— y sobre el
tiempo de exposición. Al respecto se plantea que el uso debe ser paula-
tino a partir del segundo año de vida y por tiempo limitado. Un tiempo
excesivo podría generar efectos adversos en el desarrollo de las funcio-
nes psíquicas superiores y en las formas de relacionarse. Sin embargo,
hasta el momento no existe evidencia concluyente sobre los efectos a
nivel de la salud en general y mucho menos a nivel psíquico; siendo
necesario seguir ahondando sobre sus consecuencias.
Es de destacar, de todos modos, que la investigación realizada en
nuestro país por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación
junto con Uruguay Crece Contigo (2022) compila una serie de datos de
otros estudios y realiza un análisis cuantitativo y cualitativo a partir
de una muestra de adultos referentes y actores sociales que trabajan
en instituciones vinculadas con la primera infancia. A partir de los da-
tos recabados, se incentiva a promover hábitos saludables para el uso
de las , así como el involucramiento de los adultos para ello.
El último tipo de exceso sobre el que nos invita a reexionar Corea
(s. f.) es sobre el exceso de saber. Este «encubre la imposibilidad de los
dispositivos [psicoterapéuticos] actuales de escuchar de modo genui-
no la voz del niño» (s. p.) por los profesionales. Aquí, nuestro lugar y la
toma de conciencia del manejo que realizamos de los marcos teóricos
que nos sustentan son de gran relevancia, ya que estos nos permi-
ten comprender y dar sentido al sufrimiento psíquico. Sin embargo, se
puede caer en un exceso —a modo de defensa— ante elementos trans-
ferenciales que surjan de la historia infantil y sus familias, e incluso
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Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6(2), julio-diciembre 2025, pp. 83-100.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: 10.53693/ERPPA/6.2.5
sobre el manejo que hacen de las  las niñeces. Esto puede impactar
en el psicoterapeuta de manera tal de imposibilitar que dé un lugar a
las singularidades del malestar que atañe a cada niño y de imponer
un saber a modo de verdad absoluta, que inhabilite contemplar los
atravesamientos que sustentan las modalidades de expresiones de los
conictos y sufrimientos.
Por ende, para no caer en absolutos, es necesario pensar en una
clínica situacional (Rojas, 2016). Esta se basa en una mirada y escucha
que tiene presente la diversidad y la complejidad de cada situación,
así como también a la coconstrucción de las intervenciones que se
irán produciendo entre el paciente y el psicoterapeuta. Es decir, tener
una mirada que contemple las experiencias por las que transitan las
niñeces en su cotidiano y el impacto de ello en el desarrollo tanto inter
como intrasubjetivo delimitará nuestro accionar.
PARA CONTINUAR PENSANDO
El trabajo en la clínica psicoanalítica con las niñeces implica un
desafío continuo. De hecho, otorgar el lugar de sujetos de derecho a
niños y niñas demanda una escucha activa y atenta, y puede llegar a
ser altamente interpelante ante los supuestos teóricos que se mane-
jan en torno a la niñez y lo que se espera de ella. Implica, por ende,
una revisión de nuestras prácticas, de nuestras historias infantiles, de
nuestra implicación, así como también de las concepciones y expecta-
tivas respecto al ejercicio de las maternar y paternar.
El quehacer psicoanalítico no escapa del contexto de la sociedad
de la información, del uso de las  y del consumo de objetos que
demanda el mercado. Es así como los dispositivos ingresan al consul-
torio de la mano de las niñeces o a través de sus relatos. Las  como
categoría de análisis y concebidas como objetos transicionales per-
miten ampliar la escucha y mirada clínica para comprender cómo se
irá constituyendo la trama psíquica de las niñeces. Y, a partir de ello,
podremos realizar nuestras intervenciones psicoanalíticas.
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Niñeces, derechos y TIC: pensando posibles intervenciones psicoterapéuticas psicoanalíticas
Claudia Rodríguez Maristán
Ahora bien, como se ha mencionado, para que no se amplíe la bre-
cha digital, es importante tener acceso a las . Pero su uso adecuado
implica siempre a un otro —en este caso, un adulto— que presente ese
objeto en forma apropiada, sin ser invasivo ni excesivo, que vaya per-
mitiendo su utilización, teniendo en consideración la edad cronológica
de las niñeces y el momento evolutivo. Es de suma relevancia incor-
porar este aspecto al momento de conocer la cotidianeidad de niños y
niñas, lo que nos habilitará a trabajar con su familias y sus referentes
de crianza, para que no se caiga en un exceso de autonomía ni en un
exceso de responsabilidad.
Asimismo, es necesario tener en cuenta las expectativas de los re-
ferentes de crianza: cuán cercanos o lejanos están de las vivencias
infantiles o de los imaginarios que encierran en torno a ello, dado que
estos elementos redundarán en el desarrollo psíquico tanto a nivel
intrasubjetivo como intersubjetivo.
Por último, es relevante posicionarnos desde una perspectiva de
derechos, despojada de encorsetamientos que perpetúen una postura
adultocentrista y normalizadora de las niñeces. Se trata de habilitar
intervenciones psicoanalíticas que coloquen a niños y niñas como su-
jetos de derecho reales, con todos los aspectos que esto engloba.
* * *
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