LO FRATERNO-FILIAL,
LO FRATERNO-FRATERNO Y LA FAMILIA
COMO TRIBU
Susana Matus
Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupos
Buenos Aires, Argentina
Correo electrónico: smatus50@gmail.com
ORCID: 0009-0007-7448-5118
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6(2), julio-diciembre 2025, pp. 161-172.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: 10.53693/ERPPA/6.2.9
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
MATUS, S. (2025). Lo fraterno-filial, lo fraterno-fraterno y la familia como tribu.
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6
(2), 161-172.
DOI: 10.53693/ERPPA/6.2.9
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
Sobre el texto y su autora
Desde el Consejo Editorial de Equinoccio, en resonancia con el núcleo
temático propuesto para el actual número de la revista, «Intervenciones psi-
coanalíticas», nos dispusimos a revisitar artículos publicados anteriormente
en la institución que pudieran ser repensados a partir de desarrollos pos-
teriores de sus autores. Tal es el caso de esta relectura, donde una de las
autoras del artículo original, Susana Matus, nos presenta un nuevo escrito
que da cuenta de sus posteriores investigaciones y desarrollos en relación
con la temática de lo fraterno desde la perspectiva del psicoanálisis vincular.
Partiendo del artículo escrito en coautoría con Esther Czernikowski y Ricardo
Gaspari, «Clínica del vínculo fraterno: Cuando los padres son un imposible»
—el cual forma parte de publicación del segundo congreso de , de
1994—, Matus nos acerca a su producción académica y clínica, desarrollada
a lo largo de más de treinta años sobre las dinámicas, vicisitudes y posibili-
dades de los vínculos de paridad. Sus desarrollos más recientes aportan nue-
vas lecturas sobre las fraternidades, la producción de legalidades en la hori-
zontalidad y la potencia de las alianzas entre pares y los colectivos abiertos.
Susana Matus es licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos
Aires, Argentina. Es miembro titular, expresidente y docente de posgrado del
Centro Oro. Coordina el grupo de investigación Entre Pares. Es coautora de
los libros Psicoanálisis de Pareja. Del amor y sus bordes (Paidós, 1997), Entre her-
manos. Sentidos y efectos del vínculo fraterno (Lugar, 2003), Conjeturas psicopa-
tológicas. Clínica psicoanalítica de familia y pareja (Psicolibro, 2011) y Familia y
parejas. Psicoanálisis, vínculos, subjetividad (Psicolibro, 2011). Es compiladora,
junto con Sara Moscona, de Alianzas entre pares. Fraternidades, colectivos abier-
tos, tramas sociales (Conjunto, 2020) y coautora, junto con Débora Belmes, de
Aproximaciones al psicoanálisis: Un recorrido posible (Conjunto, 2024).
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INTRODUCCIÓN
No se puede bañar dos veces en el mismo río.
Heráclito de Éfeso
Releer un trabajo escrito antes es leer otro trabajo. Porque cambió
el trabajo, cambió el autor y cambió el lector. Los que lo relean leerán
algo diferente de lo que leyeron antes. Se bañarán, como diría Heráclito,
en otro artículo.
Releer hoy en 2025 el trabajo «Clínica del vínculo fraterno: Cuando
los padres son un imposible», que publicamos en 1994, implica tener
registro de lo imposible de volver el tiempo atrás. Y, en este sentido,
elegí tomar solo algunos párrafos del artículo, y no el artículo en su
totalidad, para transmitir las transformaciones personales, vinculares
y sociales que me atravesaron en estos treinta y dos años, así como
también las condiciones de producción que dieron lugar a mis teori-
zaciones actuales.
HACIENDO HISTORIA
Este trabajo fue una de las primeras producciones de una investiga-
ción que realizamos con Esther Czernikowski y Ricardo Gaspari como
miembros del Departamento de Familia de la Asociación Argentina de
Psicología y Psicoterapia de Grupos durante casi diez años. A esta in-
vestigación se sumó al poco tiempo Sara Moscona, con quien compi-
lamos el libro que se llamó Entre hermanos. Sentidos y efectos del vínculo
fraterno (Czernikowski et al., 2003).
Esta investigación estaba centrada en la posibilidad de dar cuenta
de que trabajar con los hermanos, sin los padres en la sesión, implicaba
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Lo fraterno-filial, lo fraterno-fraterno y la familia como tribu
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el armado de un nuevo dispositivo y de otras intervenciones, capaces
de producir marcas inéditas en los vínculos y las subjetividades. Cabe
aclarar que en los años noventa el dispositivo familiar suponía que
la sesión incluía siempre dos generaciones: padres e hijos, y donde lo
fraterno era considerado un vínculo solo en tanto sus miembros eran
hijos de los mismos padres.
Así, las conceptualizaciones de Berenstein (1978) sobre la estruc-
tura familiar inconsciente, entramadas con las de los tiempos del
Edipo de Lacan, fueron las referencias para sistematizar nuestras pri-
meras teorizaciones —que aparecen en este artículo— acerca de los
tres tiempos lógicos para el armado del vínculo fraterno: disyunción,
conjunción, diferenciación.
Pasó mucha agua bajo el puente —siguiendo con la metáfora de
Heráclito— y otros autores y conceptualizaciones, como las de Morin,
Foucault, Derrida, Deleuze, Spinoza y Najmanovich, además de las de
muchos colegas de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia
de Grupos (como Cristina Rojas, Silvia Gomel y Sara Moscona, entre
otros) fueron marcando el camino de mis diferentes escritos.
Con el tiempo, el trabajo con lo fraterno fue dando lugar a pensar
la relación entre pares. Y así fue como, en 2020, con Sara Moscona
compilamos el libro Alianzas entre pares. Fraternidades, colectivos abiertos,
tramas sociales, cuyos autores son Débora Belmes, María Ana Canevari,
Patricia Erbin, Sergio Farina, Victoria Font Saravia, María Teresa Marín
y Susana Matus. Este libro fue el producto de las reexiones de un gru-
po de estudio que coordino y que llamamos Entre Pares, donde veni-
mos compartiendo con muchos colegas argentinos, uruguayos y chile-
nos desde hace ya doce años. Es un grupo abierto, del cual algunos de
los autores del libro ya no participan, pero otros permanecen; además,
se han sumado nuevos integrantes. Este trabajo habilitó enriquecer la
clínica que nos atraviesa en la actualidad.
Y hablando de relecturas, en 2022 volvimos a editar Entre herma-
nos (versión actualizada), porque, a pesar del tiempo transcurrido, se-
guimos pensando que vale la pena insistir en el valor terapéutico del
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trabajo con lo fraterno, ampliado hoy a lo social, relacionado con lo
que denominé colectivos abiertos.
TRABAJANDO SOBRE LA RELECTURA
En este acápite transcribiré algunos párrafos del trabajo de 1994
para intentar ver qué sigue vigente y cuáles son las transformaciones
que hoy, en el 2025, puedo pensar.
En la clínica familiar es frecuente que aparezca el motivo de consulta
centrado alrededor de la problemática fraterna, como, por ejemplo,
la pelea entre hermanos debido a cuestiones de herencia o empresas
familiares, enfermedad o muerte de los padres, etc. No siempre estas
cuestiones aparecen como punto de partida de un análisis familiar,
sin embargo, al tiempo se detecta cierta especicidad respecto de
dicha problemática. Una situación de mayor particularidad se pre-
senta cuando la consulta es realizada por un conjunto de hermanos
por dicultades entre ellos, con la cualidad de no ser la presencia de
los padres accesible a la sesión analítica.
Desde esta perspectiva clínica deseamos proponer para el debate
dos cuestiones: por un lado, cuál es la operación analítica en jue-
go respecto de la función paterna en el grupo familiar: en algunas
oportunidades se trataría de la semantización de «un más allá del
padre» para los hijos-hermanos. En otros casos, de una operación lo-
gísticamente anterior que se referiría a la construcción de este lugar
simbólico. (Czernikowski et al., 1994, p. 218)
Pensamos el vínculo fraterno como una constructividad que impli-
ca el pasaje por tres tiempos lógicos: el primero, que denominamos
de la disyunción, en el cual el asesinato fraterno es la escena en la
que se juega la disputa por el lugar de objeto de deseo de la madre,
sería «o uno o el otro», al modo de Caín y Abel. El segundo tiempo
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Lo fraterno-filial, lo fraterno-fraterno y la familia como tribu
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es el que llamamos de la conjunción, en el cual hay un pasaje de la
madre al padre, pero donde este conserva su lugar de referente idea-
lizado. Sería «los hermanos sean unidos» como mandato paterno.
Finalmente, un tercer tiempo de alianza fraterna, en el cual la unión
de los hermanos tiene por función el asesinato paterno y la capaci-
dad de pactar en el reconocimiento de las diferencias. (Czernikowski
et al., 1994, p. 219)
Desde hace tiempo nos venimos preguntando cómo se articulan con-
ceptualmente la función paterna y el vínculo fraterno. Creemos que
en las situaciones clínicas en las que el lugar del padre no ha sido
simbolizado, la relación fraterna quedaría trabada en el primer tiem-
po de asesinato fraterno.
Es por ello que la función del analista sería en estos casos la de crear
las condiciones para el pasaje al segundo tiempo en el que el dis-
curso paterno se sostiene «los hermanos sean unidos». Pasaje que
permitiría la salida de la madre-fálica al padre —idealizado aún—.
Queremos decir que esta idealización es condición de estructura
para conseguir el lugar paterno, idealización que deberá caer para
dejar paso a la constitución de un «más allá del padre».
Recién entonces el vínculo fraterno devendrá alianza fraterna, para
producir el parricidio que deja al padre muerto en el lugar del padre
simbólico.
De este modo podríamos formular la articulación entre el lugar pa-
terno y el fraterno como dos vínculos interdependientes en su cons-
titución y desarrollo, pero donde el primero es un anterior lógico, esto
es, no es posible hacer una alianza fraterna para destituir al padre si
no hubo anteriormente algún lugar de padre idealizado, que a su vez
fue el primer mentor de la unidad de los hermanos.
A veces, solo es posible construir el pasaje al segundo tiempo y queda
para otro análisis el pasaje al tercer tiempo. Pensamos que en este
sentido el analista se ofrece como mediador de la articulación entre
sostén y corte, funciones materna y paterna, que siempre están rela-
cionadas. (Czernikowski et al., 1994, p. 221)
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Desde mi experiencia, puedo decir que estas consultas siguen
siendo actuales y que la posibilidad de trabajar cuestiones como la
salida exogámica de los hijos/hermanos, así como la necesidad de
simbolización de un lugar tercero que permita la diferenciación, sigue
siendo una intervención necesaria en nuestra clínica. Sin embargo,
a la luz de las nuevas conguraciones familiares, ya no llamaríamos
lugar paterno a esa terceridad, sino que son muy diversos los modos
en que estas cuestiones se ponen en juego. Familias monoparentales,
familias homoparentales, familias coparentales, entre otras, son di-
versas maneras en que hoy se presenta nuestra clínica. Por eso, ya no
es posible pensar en la centralidad del complejo de Edipo, sino que los
vínculos entre pares surgen con una presencia que estaba invisibiliza-
da en la familia nuclear de la modernidad. En este sentido, seguimos
pensando que el analista se ofrece como intermediario para poner en
juego las funciones de sostén y corte, que hoy preferimos llamar fun-
ciones subjetivantes (Blumenthal y Marín, 2019) y que, además de ser
más variadas, ya no remiten a los lugares clásicamente denominados
materno y paterno.
DOS DIMENSIONES: LO FRATERNO-FILIAL,
LO FRATERNO-FRATERNO
Esta teorización fue muy importante y sigue siéndolo para dar
cuenta de la especicidad del complejo fraterno, diferenciado del
complejo paterno. Esta es la razón por la cual lo fraterno surge como
un vínculo per se, no solo ligado a la relación paterno-lial.
Con el tiempo, en trabajos posteriores y a partir de otros autores,
como Droeven (2002), vimos que era necesario diferenciar lo paterno-
lial de lo fraterno-lial y también de lo fraterno-fraterno. En otros
términos, no solamente lo fraterno tiene su especicidad respecto de
lo paterno-lial, sino que además hay otra dimensión donde lo frater-
no se da por elección, como un vínculo autoorganizado más allá de la
relación con los padres. Así, diferenciamos hermanarse (ser hermanos
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Lo fraterno-filial, lo fraterno-fraterno y la familia como tribu
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por ser hijos de los mismos padres) de fraternizarse (ser hermanos por
deseo, por decisión de adoptarse como tales) (Beramendi y Matus,
2006). Estas conceptualizaciones ya formaron parte del libro Entre her-
manos: Sentido y efectos del vínculo fraterno (2003).
LAS ALIANZAS ENTRE PARES Y LOS COLECTIVOS
ABIERTOS
Como dije anteriormente, nuevas conceptualizaciones fueron atra-
vesando mi pensamiento y mi clínica, donde lo fraterno fue tal vez el
primer eslabón de una cadena de transformaciones que la perspectiva
vincular en psicoanálisis implicó en mi trayectoria personal y profesio-
nal. Veamos algunas de estas teorizaciones…
Para Spinoza (Carpintero, 2020), los afectos y las pasiones son for-
mas de relacionarse del sujeto consigo mismo y con los otros. En este
sentido, reconoce que las pasiones son un fenómeno de la naturaleza y
ello lo conduce a plantear cómo comprenderlas para tomar mayor con-
ciencia y utilizarlas en el desarrollo de la potencia de ser (Carpintero,
2020). Siguiendo estas ideas, pensamos las alianzas entre pares como
vínculos situacionales e inmanentes, que pueden promover movimien-
tos potenciadores y al mismo tiempo favorecer movimientos despoten-
ciadores, siempre en tensión (Matus y Moscona, 2020). Será necesario
precisar cuál es su predominancia en cada caso singular.
Cabe aclarar que pensamos la tensión entre estas dimensiones de
las alianzas entre pares como la posibilidad de mantener la distinción,
que no deriva en una oposición, sino en una relación paradojal produc-
tora de multiplicidades. Trabajar lo par desde una transversalidad que
vaya más allá de la dualidad verticalidad/horizontalidad complejiza lo
que habíamos propuesto en otros momentos de nuestra investigación
en relación con las dimensiones fraterno-lial y fraterno-fraterno.
También fueron punto de partida los aportes que nos proporciona-
ron los nuevos paradigmas cientícos y la inclusión de la teoría vincu-
lar, que supone una constante complejización del psicoanálisis.
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El pensamiento moderno se caracterizó por delimitar entidades;
en cambio, el pensamiento complejo habla de fuerzas e intensidades.
Desde esta perspectiva, un encuentro promotor de alianzas supone
la composición de fuerzas que se expresan en velocidades, intensida-
des y ritmo. Se trata de un hacer junto con, imprevisible de antemano,
que se produce en el cada vez, en colectivos abiertos, de pensamiento
conjunto, de fuerzas que conviven potenciando y despotenciando los
encuentros. Llamamos colectivos abiertos a los que se caracterizan por
la construcción de espacios-tiempos habilitadores de múltiples signi-
caciones, por el atravesamiento de una historia compartida, así como
por un funcionamiento heterárquico,1 donde predominan la horizon-
talidad y la circulación de lugares.
Los colectivos abiertos son movimientos donde se construye lo co-
mún aceptando las diversidades. Lo común, sobre todo en momentos
de desamparo y convulsión social, habilita una experiencia institu-
yente que engendra nuevas instituciones, obras, acciones y prácticas
(Laval y Dardot, 2015).
LA FAMILIA COMO TRIBU
La clínica con familias y parejas nos muestra formas de establecer
vínculos basadas en nuevas modalidades de parentesco. Las denomi-
naciones tradicionales no alcanzan para dar cuenta de estas tramas
novedosas e, incluso, han surgido nuevos lugares familiares para los
cuales no existen todavía denominaciones. Por otra parte, observamos
que las condiciones de producción para la experiencia de crianza y
subjetivación no son meramente responsabilidad individual, sino que
es necesaria la participación de la comunidad, de la tribu.
1 La heterarquía aparece como alternativa (o modalidad complementaria) a los
modos de organización jerárquicos. Supone la conguración de sistemas comple-
jos cuyos elementos, niveles o subsistemas interactúan, se inuyen y se afectan a
través de modos de relacionamiento diversos, tendiendo a la horizontalidad y la
multidireccionalidad.
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Lo fraterno-filial, lo fraterno-fraterno y la familia como tribu
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El término tribu aparece en la antigua Roma cuando se agremian
clanes o conjuntos de personas emparentadas, diferentes entre sí,
pero que tienen la necesidad de formar una comunidad. Estas comu-
nidades crean instituciones para que sea posible la convivencia entre
las personas que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las
diferencias entre ellas y entre las tribus.
La idea de familia como tribu permite construir nuevos relatos,
donde se ponen en juego no solo las legalidades de la cultura, sino
también las legalidades inmanentes, autoorganizadas, donde las redes
vinculares tienen una función subjetivante. Lo que predomina no es lo
mío o lo tuyo, sino lo nuestro, y tanto los adultos responsables como los
niños tejen tramas en las que todos se sostienen mutuamente. Cabe
aclarar que esto no implica perder la asimetría necesaria en la crianza
del infans.
Pensar la familia como tribu supone pensarla como colectivo
abierto, lo cual implica pertenencia, reconocimiento del otro, partici-
pación en una historia compartida y en un funcionamiento autoor-
ganizado. En este funcionamiento es donde se ponen en juego, más
que leyes predeterminadas, regulaciones dinámicas y situacionales en
transformación permanente que habilitan la búsqueda de decisiones
compartidas. Muchas de estas cuestiones han sido sintetizadas en un
libro que escribimos con Débora Belmes, llamado Aproximaciones al psi-
coanálisis vincular. Un recorrido posible (2024), que consiste en una nueva
relectura de todas estas temáticas que venimos repensando a lo largo
de muchos años de trabajo compartido.
PARA SEGUIR PENSANDO
Conceptualizar familia como un colectivo abierto supone la simul-
taneidad de la trama sujeto-vínculo-naturcultura y la necesidad de
pensarnos como analistas implicados subjetivamente en dicho colecti-
vo. En este sentido, los vínculos de paridad, una de cuyas modalidades
es lo fraterno, abren la posibilidad de desarmar instituidos donde las
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jerarquías armaban binarismos y donde las diferencias eran pensadas
como oposición, y no como diversidades y multiplicidades. La idea de
familia como tribu permitió la complejización de lo fraterno-fraterno,
lo cual constituyó en su momento una manera de desarmar el centra-
lismo de lo paterno-lial en la construcción de la subjetividad.
Por otra parte, la noción de colectivos abiertos abrió a la posibilidad
de pensar simultáneamente en los hilos de la red subjetividad-vín-
culos-naturcultura. A su vez, esto dio lugar a pensar la dimensión de
lo social en el trabajo clínico dentro y fuera del consultorio, así como
también nos habilitó como sujetos sociales, en tanto analistas impli-
cados con los pacientes y con el contexto vincular y social.
* * *
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Susana Matus
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